sábado, 23 de julio de 2011

EN TU HONOR, A TU MEMORIA. Por Mara Martín

MARA MARTÍN HOMENAJEA S SU EX COMPAÑERO DE FÓRMULA, SENADOR JOSÉ MARTÍNEZ.

La Presidenta estaba hoy inaugurando la Usina Termoeléctrica de Río Turbio y me emocionó por varias cosas. Me emocionó porque hace unas semanas que me tenía un poco cansada y estaba empezando a pensar que todo el mundo se iba a cansar de ella, lo que me apenaba, porque creo que el de Cristina es el mejor gobierno que ha tenido este país en toda su historia. Me emocionó porque estaba viendo un documental sobre la vida en el universo y me enojé cuando lo cortaron, pero me dio tanta alegría escucharla que me olvidé del documental y  me quedé admirando a esa mujer que sabe de qué habla. Me emocionó hasta las lágrimas escucharla explicar el tendido de las redes de interconectado, cómo se hicieron, Choel Choel, Pico Truncado, todos los recorridos, con las mismas palabras con que lo explicaba José Martínez, como si lo hubieran estudiado juntos en el mapa, como si ese papel que él agarraba cada vez que explicaba y no tenía un pizarrón a mano, fuera el mismo machete del que había estudiado ella. Lo ví hacer su mapa ante el Rector de la Universidad, ante los gremialistas de la Dirección de Energía, que se quedaron con la boca abierta de ver todo lo que desconocían de una materia que se supone es lo que mejor saben. También ante el Directorio en pleno del Ipauss lo ví a José explicar, con su mapita, el desarrollo económico para Tierra del Fuego. El mismo que diagramaba en el pizarrón para explicárselo a los compañeros de militancia, a los que humildemente y como si no tuviera otra cosa que hacer en la vida, nos explicaba todo, desde los grandes problemas macroeconómicos del país, hasta el funcionamiento del Ipauss y cómo y por qué había que lograr que se sostuviera. (Parece que de nada les sirvió, a los señores Directores, escuchar a Martínez).
Me emocioné porque me dí cuenta, gracias a la relevancia que tuvieron en el discurso de Cristina los temas de los que tanto hablaba José, del enorme privilegio que me dio la vida, sin que mediara casi intención de mi parte, de ser convocada para compartir con ese hombre una campaña electoral. No por la campaña en si, sino porque de otro modo no lo hubiera conocido tanto. La noticia de la muerte de José Martínez hubiera sido para mí una noticia más, una mala noticia por cierto, pero no la de una pérdida que sólo puedo dimensionar por haberlo conocido. Me hubiera perdido este dolor inmenso que me dignifica y me compromete. Me emocioné porque me dí cuenta de todo lo que tendremos que hacer para honrar la memoria de este hombre, que con sólo compartir con él una cena, dejaba su impronta en el corazón de todos.
Mi hijo debe haberlo visto no más de 10 veces y me decía siempre, “¡que ganas de abrazarlo!” y por suerte pudimos decírselo y luego lo escribió, sentidamente, cuando quiso rendirle un homenaje.
Pero por qué daban ganas de abrazar a ese hombre. Porque era un hombre del que no se podía decir que era bello, ni el más simpático, ni entrador. Nada, un medio gordito que parecía tener más años de los que tenía, que no quería sonreír cuando le sacaban las fotos para la campaña, porque decía que por qué tenía que sonreír si nada le estaba causando gracia. Un tipo que se negaba a entregar un subsidio, una beca, ninguna cosa y que prohibía que se lo mencionara cuando las cosas se conseguían para la gente, no fuera a ser que alguien considerara que le debía algo o que tenía algo que agradecerle. Un tipo que cada vez que alguien le decía lo que tenía que decir, los temas de los que convenía hablar, o  lo que se tenía que poner, contestaba, ¿por qué no me dejan de h un poco las p? y después hacía, decía, se ponía, lo que le habíamos dicho. Porque era humilde, dócil, simple. Porque hacía el chiste de que era un padre de la patria, por eso de que era senador y por joder nomás se sabía en qué orden estaba en la línea sucesoria de la presidencia. Porque era el último  que se iba del senado y en Buenos Aires y aquí, salía a caminar solo, por las calles, a mirar a la gente, no a que lo miraran a él, que es a lo que salen a caminar la mayor parte de los políticos. Porque era tan capaz de esa ternura, de ese respeto que quería tenerme a mí, y a los humanistas, cuando hicimos el Nuevo Encuentro  fueguino, que nos llevó juntos a las elecciones y decía, con su cara seria,  “El hombre debe ser el factor central de las políticas públicas”. Hablaba del hombre en los términos del humanismo internacional. No digo que no lo sintiera, que estuviera fingiendo, nada de eso, porque no puedo concebir ni siquiera a idea de que una buena persona pueda pensar las cosas de otro modo, pero sí digo que tenía la atención puesta en decirlo, más que por una necesidad de su propio discurso, como una forma de camaradería. Sentí eso.
Me doy cuenta de que realmente era un padre de la patria, uno de los tantos padres que ha tenido esa patria y que sabía que tenía en la cabeza un proyecto de Nación, viable, posible, en la que todos podíamos ser felices. Todo un personaje. Pero todo un personaje en medio de lo campechano, de lo simple, de lo sin vueltas, todo en el orden de la amistad, de la fidelidad, de la entereza.
Así nos fue. Para la mierda. Con el padre de la patria perdimos las elecciones como perros. Estaba todo tan polarizado entre las mujeres candidatas que ni lo vieron, que no pudieron registrar el calibre de lo que estaba poniendo en discusión.
Pero a los pocos días José Martínez falleció y pareció que se prendía una luz y la gente atendió a este hombre, a su historia, a su personalidad y empezó a darse cuenta de que era un tipo que nunca había dicho una mentira, que nunca había hablado al pedo o diciendo vaguedades, a comprender que su pérdida había sido muy grande, porque no abundan en la política, y menos en la de Tierra del Fuego, políticos que digan la verdad y que podamos ver en tan poco tiempo que tenían razón, como estamos viendo, concretamente, que no tenemos agua. Se empezaron a publicar las listas de los grandes proyectos de este hombre grande y los políticos de los otros partidos empezaron a garantizar que los defenderían, lo que lamentablemente no quiere decir casi nada, porque en seguida les aparecen otros intereses que los alejan de sus promesas.
Pero después, todo fue después. Antes de la muerte, antes de las elecciones, nos tuvimos que bancar, por ejemplo, que empresarios inescrupulosos y pueriles, ejemplos cabales y tangibles de uno de los grandes problemas de este país, que es que nunca llegó a tener una burguesía nacional con conciencia, nos llamaron a una reunión en la Cámara de Comercio, donde estaban los representantes de todos los sectores perjudicados por la ceniza y la falta de vuelos. Nos hicieron ir como unos pelotudos, al pobre José, a la senadora María Rosa Díaz, a Mario Daniele, Leonardo Gorbacz, varios fuimos los que fuimos, todavía inocentes. José Martínez se fue con su carpeta, (20 juegos serían, porque era para todos) con todos los proyectos que había hecho y que estaba defendiendo, desde el de Tierra del Fuego como provincia aerodependiente, hasta la tarifaria, con un recorrido, en el medio, de montones de ideas. Como la extensión de la ruta 40 por el paso Bridge, el interconectado, en fin, todo lo que para José significaba el desarrollo de esta provincia y que podría ahorrarnos en el futuro muchos problemas, entre ellos el aislamiento inmediato, que tendríamos, por ejemplo, si algún día se derrumba el Garibaldi, la falta de agua por el aumento de la temperatura del tierra, que disminuirá irremediablemente el volumen de los glaciares y tantas otras cosas en las que pensaba el día entero.
Como un pelotudo fue con su carpeta, porque ellos no quería escuchar nada, ellos sólo querían dar lugar a la entrada triunfal del Sciurano en el recinto, con nosotros como público, (como parte de su campaña electoral), para anunciar que lo habían llamado de Nación para decirle a él, tan sólo y tan luego a él, que la presidencia pondría gran parte de la plata para garantizar los vuelos por la vía del pacífico si seguía el tema de las cenizas, para garantizarles la temporada a ellos, a los comerciantes. Tanto fue así, que el organizador de toda la maniobra, que manejaba la reunión, le decía al senador que bueno, que muy lindo lo suyo, pero ahora estamos ocupados en la coyuntura, en la emergencia, porque si esto sigue así vamos a tener que despedir al personal, vamos a quebrar, ahora necesitamos el dinero para garantizar los vuelos, todo lo demás, lo de su carpeta lo miraremos otro día y ahora casualmente acaba de llegar el intendente que se tiene que retirar con urgencia (¡lo adivinó, porque nadie le dijo nada a él a ese respecto!) y queremos escuchar lo que nos viene a decir. Tanto fue así, que cuando Sciurano entró al salón de la Cámara de Comercio a dar su noticia, ya estaban publicando en Sur 54, que había hecho ese anuncio. Habían escrito la gacetilla mucho antes y armaron el escenario. Todo orquestado, la reunión, la aparición del candidato a intendente, todo para justificar una nota más en los medios.
Las carpetas de José tal vez ni las hayan abierto. Porque ellos no pueden pensar en lo macro, en un futuro de país, ellos sólo pueden pensar en esta temporada, en la plata que están perdiendo. Que se jodan, porque Sciurano ganó la intendencia, pero la temporada la perdieron igual y no sólo por las cenizas. La perdieron por muchas cosas, y entre ellas, porque en vez de ponerse a estudiar seriamente los problemas de esta provincia, hace 10 años, hace cinco, hace tres, sólo pensaron en hacer más y más hoteles, ganar más y más plata, con la ideología que tuvieron siempre los de su grupo, que son los sucesores ideológicos de los terratenientes, (que siempre creyeron que Dios los quería a ellos, porque les había dado la tierra, el aire, el sol, todo lo que necesitaban para hacerse ricos, como éstos de aquí creen que los quiere a ellos,  porque a ellos les dio la tierra, el aire, la nieve, todo lo que necesitan para hacerse ricos).
Cruzo intencionalmente el relato que estoy haciendo, con el pensamiento acerca de la tierra, acerca de la lucha por la tierra. Porque si hay Dios y Dios nos puso sobre este suelo, nos puso a todos. No estamos en esta tierra para tener Aldeas Nevadas solamente y que sus dueños se sientan con derecho a modificar el curso de las aguas para tener en su patio en lago artificial, sin que ninguna autoridad se sienta con derecho a opinar. No estamos en esta tierra para soportar esos carteles tan patéticos de la Municipalidad de Sciurano que dicen “Municipalidad de Ushuaia. Propiedad Privada”. ¿Cómo “Propiedad Privada”?. ¿privada de quién, privada a quiénes?. Pensemos libremente.
Obvio que hay gente buena y mala en todos lados, que no todos los comerciantes piensan lo mismo, que no es lo mismo el turismo que la venta de ropa, que hay inocentes y malvados y que todo lo que se dice le cabe a algunos y a otros no, pero así es la vida, es lo que hay. Escribo con este enojo, sabiendo que me van a decir cosas terribles, porque es mi manera de defender los proyectos de Pan Crudo y de honrar su memoria, frente a los personajes que con sus ideas de Ushuaia Magnífica, Ushuaia turística, Ushuaia para que los comerciantes se hagan ricos, con ganancias siderales que quedan casi todas en sus propias manos, porque la idea de repartir les es ajena. Frente a los personajes que ahora están dando la lata todo el tiempo contra el interconectado eléctrico, porque les va a arruinar el paisaje y según ellos alejará al turismo, que es la consecuencia natural, el beneficio conexo con lo que Dios les ha regalado “a ellos”: la bella tierra y la nieve.
 No voy a negar que en alguna medida es cierto que el desarrollo afecta el paisaje, aunque la verdad es que he recorrido tal vez los lugares más bellos de la tierra, llenos de turistas, y en todos ellos he visto las antenas de la electricidad. Nadie deja de visitar la campiña francesa porque se vea el tendido eléctrico. Aflojemos un poco.
Lo que oculta esa queja, es que ellos, los que hablan en estos días de que perdieron ya como 20 millones de pesos en esta temporada, no necesitan para ganar esa plata que acá haya gente. Para ellos no tiene por qué haber más gente que la que necesitan para atender sus negocios. Nada del hombre como factor central de la economía. No. Los negocios, la plata en sí misma, ese es el factor central, el único que les interesa. Los demás que revienten.
Hoy la presidenta explicaba como José Martínez, que el interconectado eléctrico con inversiones millonarias, beneficiará a todos los habitantes del los territorios por los que pase. Pero nuestros grandes comerciantes, los grandes pensadores de la ecología fueguina, intentarán que las grandes obras del Fideicomiso lleguen solamente a Río Grande. Ushuaia Magnífica no necesita obras, porque no necesita gente.
Porque si pensáramos en términos humanos y no solamente dinerarios, nos interesarían nuevas rutas, traer la 40 sin ir más lejos, que entre en Ushuaia desde Almanza, pasando por el paso Bridge, como planteaba Martínez, de modo que si un día tenemos problema en el Garibaldi no nos quedemos aislados. Nos interesaría que podamos generar nuevas poblaciones, como está haciendo Chile, vinculadas al agua del Fagnano y de los ríos interiores, para cuando Ushuaia no pueda crecer más, precisamente por la falta de agua para potabilizar. Como dijo Martínez hace años y ahora mismo estamos viendo que tenía razón.
Y los comerciantes vinculados al turismo ni siquiera tuvieron el tino de hacer este año, por lo menos este año, en que el destino les jugó la mala pasada de las cenizas (y parece que la comunicación que tienen con la Rosada no es tan fluida como quisieron demostrar el día de la Cámara de Comercio), que su linda Ushuaia se convirtiera en una ciudad turística para los fueguinos. ¿Por qué no bajaron los precios de los hoteles, del alquiler de los esquíes, de las pistas, para que todas las familias de Río Grande, las que no pudieron salir de vacaciones por el aislamiento aéreo y las que ni soñaban con irse de vacaciones, pudieran traer a sus hijos a esquiar?
¿Por qué hay tantos fueguinos que nunca fueron a esquiar, porqué tantos niños que viven en este clima adverso nunca en su vida pueden disfrutar del lado bueno, ponerse unos esquís, tirarse en las pistas. ¿Por qué tanta injusticia, tanta discriminación?. ¿Por qué ni siquiera este año, en vez de tener todo cerrado, no prefirieron hacer accesible a los fueguinos eso que venden a precios dolarizados a los brasileños y los europeos?. Pensemos libremente. (Cuando digo esto le digo a usted que no sólo lea. Que se detenga y piense libremente en cuáles le parecen los motivos de las cosas que pasan, con libertad de conciencia, sin prejuicios. No hay muchas respuestas posibles)
Gracias José por haberte conocido en estos tiempos, en que he llegado a un punto de mi vida en que yo también puedo hacer como si estuviera muerta y me atrevo a decir estas cosas que pienso, en tu honor, a tu memoria.

jueves, 7 de julio de 2011

José Martínez


Esta mañana, en un accidente en la ruta 3, murió José Martínez, el senador, el compañero. Todavía no logro dimensionar el tamaño de esta pérdida. Se fue un tipo común pero muy especial, un político enorme. Somos muchos los que lo lloramos, en cada una de las caras que vi y en las de los compañeros que imagino allá en Tierra del Fuego, hay ahora un dolor profundo, ese que se siente cuando las pérdidas son irreparables. No conozco nadie que no haya querido a José Martínez, desde sus compañeros hasta sus adversarios políticos.
Conocía a José por su accionar político y lo respetaba, pero fue en esta última campaña electoral cuando pude compartir con él varios momentos, algunas charlas, escucharlo largamente y tratar de aprender un poco. José no tenía un discurso demasiado fluido, no era un gran orador pero sabía de lo que hablaba. Estaba lleno de sueños y proyectos para la provincia, y esta no es una frase hecha. Hablaba de futuro, sabía lo que Tierra del Fuego necesitaba y lo explicaba con mucha generosidad y con pasión. Esa misma generosidad que tuvo para ponerse al servicio de su partido, que lo necesitaba como candidato aún sabiendo que por diferentes motivos el resultado iba a ser magro. Él no se refugió en la comodidad del Senado, sino que muy por el contrario se fue a la Provincia, se expuso y fue un extraordinario candidato a gobernador, aún a pesar de los pocos votos que sacamos. Cuando mi novia, que no lo conocía, vio su foto por primera vez me dijo "que cara de buen tipo tiene"; no se equivocaba.

Cuando alguien le preguntaba por algún problema concreto, José comenzaba su respuesta “a ver…”. Eso significaba que iba a retrotraerse unos cuantos años hacia atrás, para explicar las causas y los actores que habían generado la circunstancia concreta. Verlo a veces embarullarse en las respuestas, tratando de decir todo en poco tiempo, me generaba aparte de admiración, una enorme ternura. Me daban ganas de darle un abrazo, a ese gordito que sentía tanta pasión por lo que hacía. Por suerte, la última vez que lo vi, mi vieja se lo dijo: “Manuel cuando te ve hablando dice que dan ganas de abrazarte”.
José era una de esas personas de las que nadie habla mal, su conducta fue absolutamente irreprochable en un ámbito en el que los intachables no abundan. Una anécdota muy linda lo pinta de cuerpo entero: un altísimo funcionario del gobierno nacional, con el que José en su rol de senador tenía un contacto permanente, le dijo un día a un tercero: “este Martínez es un hincha pelotas, siempre pidiendo cosas, siempre llamando, pero yo lo quiero porque jamás me pidió nada para él, todo para su provincia”.

Luchó durante muchos años por el fideicomiso austral, sueño que pudo ver concretado. Tenía una visión política integral, soñaba con una provincia y un país productivos, pero fundamentalmente pensaba en los laburantes, en los humildes. Fue el autor del proyecto que creó la Universidad de Tierra del Fuego, y junto con su compañera de militancia María Rosa trabajaron también el proyecto de cruce por aguas argentinas y extensión de la ruta 40. Cuando en campaña le decíamos que “chapeara” con esos logros, él respondía que le daba vergüenza, que era parte de su trabajo. José era una persona profunda y genuinamente humilde, doy fe de eso.
Sus compañeros de toda la vida lo van a recordar seguramente con su pizarrón, con su maletín lleno de planillas, planos y mapas. Siempre dispuesto a explicar un tema impositivo, energético o técnico tomándose todo el tiempo que fuera necesario.
Todos recordaremos a una persona generosa, cálida, campechana. A un político extraordinario que tenía a sus 48 años un gran futuro por delante.
La muerte nos tomó de sorpresa, y entre la profunda tristeza que sentimos se entremezcla una sensación rara, como un autoreproche por no haber escrito estas líneas ayer, y que José se enterara todo lo que lo admiramos y queremos.