muchas gracias a Fabián de www.conurbanos.blogspot.com por publicarme esto...
En general, cuando en alguna reunión sale el tema de los bailes o “bailantas” (término instalado en el ámbito comercial – periódistico – académico, que poco se usa entre los propios concurrentes), se escuchan frases clásicas como “ahí entrás si querés y salís si podés”, o “te dan una puñalada de ventaja”, e incluso “ni de casualidad encontrás una mina con todos los dientes”, “las pibas son todas putas”, etc.
Se trata, a no dudarlo, de uno de los ámbitos más estigmatizados socialmente, y esa estigmatización es, como todas, injusta y sobre todo endeble. Tan es así que cuando a los sordos repetidores de frases de mierda les preguntás si conocen el lugar en cuestión la respuesta es invariablemente negativa. A todos nos contaron de una riña grosa, de un choreo, de una patoteada, o vimos en la tele un muerto a la salida de tal baile en algún lugar alejado o desconocido (y temido), del conurbano.
Yo tengo ya 28 y vivo en Once. Vine hace 10 de Tierra del Fuego, soy de clase media, fui a la facultad, me estoy recibiendo, trabajo, me gusta el futbol. Soy, como verán, un pibe común.
Desde chico me atrajo lo “popular”, los usos y costumbres de los marginados, de los más. En eso andaba cuando a los 13 o 14 años empecé a esuchar cumbia, por la radio y por la tele. Sonaban los hits previos a la explosión de La Ventanita, Esa Malvada y Tonta. Siempre escuché otra música también, desde Almafuerte a Chico Buarque, no importa.
Tardé 3 meses desde que llegué a Buenos Aires hasta animarme a meterme en un baile. Fue Metrópolis (la bailanta “cheta”), después Fantástico, después el Reventón, Radio Studio, etc. Me acuerdo del momento de entrar por primera vez, aterrorizado por todo lo que había escuchado. Tenía un colgante de Tigre y había unos pibes de Chicago que me pegaron una apurada interesante, me comí los mocos, no pasó a mayores, la pasé bárbaro.
Los bailes del conurbano son diferentes a los de Capital (ya lo decía la canción de Meta Guacha “Alma Blanca”, reforzando las estigmatizaciones). Hasta que medio me retiré de las giras, llegué a conocer Rimbo, Scombro, Tornado, Zépelin (Escobar), Jesse James (¿es un baile?), Lamónica El Talar, uno en Berisso que no me acuerdo el nombre, Terremoto (La Plata), más todos los de capital. Y, por supuesto, Tropitango, 'el Tropi'. Puedo asegurar que jamás me peleé, nunca pegué ni me pegaron en un baile.
'El Tropi' es un lugar hermoso, donde pasan las mejores y peores cosas, donde florece lo popular en todas sus expresiones. Suena cumbia colombiana, circula un star system propio en el que Simba, Los Ángeles de Charly o Los Marqués son bandas recontra conocidas que generan cuadras de cola. Eso si, en El Tropi casi no vas a escuchar a El Polaco;Néstor en Bloque o Los Chicos de la Vía; El Empuje, y demás bandas creadas para el mercado masivo en las oficinas de Leader o Magenta.
El escenario del Tropi se llama Koly Arce, en un homenaje a un santiagueño morocho y gordito que creó El Quinteto Imperial. Ahí, mientras no tocan bandas, la gente puede (podía) subir y bailar “el pasito del tropi”, que no he visto en ningún otro lado, y que confieso que nunca pude sacar.
Se baila cumbia, un poco de cuarteto, otro poquito ahora de reggaeton. A los temas no les híper aumentan los bajos para hacerlos “bailables” como hacen en los boliches comunes (que ridiculez!). Los patóvicas son unos ortibas, le pegan a los pibes, y a veces se arman unas podridas entre los barrios que son de película. Adentro duran poco porque los sacan al toque, pero afuera los pibes se dan hasta que la policía (que anda transando y coimeando en la puerta y alrededores), “interviene”. Si te encarás una piba cuyo acompañante se siente ofendido, tenés que tener muñeca para evitar un incidente. No podés ir con otra camiseta de fútbol argentino que no sea la de Tigre, salvo que tengas pensado perderla. Pero salvo eso, podés ir vestido como quieras. Desde zapatos y camisa, hasta llantas y bermuda con gorrita. No pasa nada con eso. Hay una ley no escrita que dice que si no estás afeitado a cero te salta la ficha que sos visitante, no me pregunten por qué pero es así. Una mala es que existe un cierto prejuicio racial, me ha pasado de ir con un amigo muy rubio (que además complementaba con barbita y hábitos nada cumbieros), y de verdad que lo miraron feo y lo apuraron un par de veces. No justifico estas cosas pero… ¡un lugar en donde los morochos mandamos!
Si te gusta bailar, querés ver alguna banda en vivo o querés tener una experiencia antropológica y ver como se divierten esos “otros” a los que tanto miedo nos enseñaron a tenerles, acercate al baile de tu barrio.
Afeitate, no busques quilombo, tomate un vino con pomelo (afuera, porque adentro del tropi no se vende vino), y seguro, pero seguro, que la vas a pasar bien.
miércoles, 26 de mayo de 2010
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