martes, 28 de septiembre de 2010

Debatiendo sobre la cultura, las culturas y el etnocentrismo.

Y acá mi respuesta espasmódica al amigo Cany!

Cany, leo con atención la saga de notas que has ido despachando sobre el tema de la "cultura", en un sentido que de entrada me parece demasiado amplio.
Hace rato estaba con ganas de comentarte algo, pero esta carta abierta de hoy me clarificó los conceptos.

Veo en la matriz de pensamiento que subyace tus reflexiones un peligroso etnocentrismo cultural que mira a las prácticas populares desde el prisma de la cultura letrada. Uno tiene la suerte (ayudada en mayor o menor medida por miles de circunstancias) de haberse leído algunos libros, de poder charlar o discutir sobre tales o cuales cosas que a uno le generan cierto placer, a veces un placer que se parece a mirarse el ombligo. He aquí nosotros, la clase media urbana, profesional o casi, intelectual o casi... el medio pelo como diría don Arturo.

Esa clase media (de la que bastante seguido me averguenzo), es casi indefectiblemente gorila. Se que me meto en líos trayendo esta palabra tan compleja, pero en este caso a lo que me quiero referir es a lo que dije antes, ese etnocentrismo cultural (ahora si, en sentido amplio), esa forma de juzgar a los otros desde el nosotros.

Coincido 100% en tus apreciaciones sobre cierto periodismo y una casta de comunicadores en general que impostan una incultura populista porque les resulta fácil y les queda cómodo, porque nivelar para abajo y hablar "desde la tribuna", dicen que periodísticamente funciona. Son actitudes mediocres de personas mediocres.

Ahora bien, no confundir eso con el complejo entramado de las prácticas del sujeto popular, que se nutren de muchas cosas y que se enmarcan en la opresión (no solamente cultural). El sujeto popular, el pobre, el cabeza, la negrada... no está de entrada en la misma linea de partida que el intelectual de clase media (y los motivos de esa desigualdad los podremos discutir, pero la conclusión es innegable). Entonces, con una cultura fragmentaria, mediada por los medios masivos, con esa carga opresiva, las clases populares van constituyendo su entramado cultural, la cultura popular que va sucediendo en los recodos de lo que los medios quieren imponer, de lo que a los tinellis y a los shumachers les conviene, etc.

Para mi, el razonamiento que solés hacer (corregime si me equivoco), es del tipo: "miralos pobrecitos a los pobres, escuchan cumbia, miran a tinelli, ven futbol... COMO HAN QUEDADO!". Faltaría decir cosas como "son peronistas, van al acto por el chori y la coca, votan al que los caga, etc, etc.".
Para mi, entonces, ese razonamiento es gorila, ignora los devenires y las peleas del sujeto popular por tener SU cultura (y no la cultura letrada que a todos nos parece tan correcta y edificante). Y esa cultura se construirá, como ya dije, en el entramado de un montón de factores, donde es deseable que la educación cumpla un papel más importante, donde los medios influyan menos y mejor, etc.

Ahora, creer que lo deseable es que en las villas se escuche música clásica y se lean los clásicos (porque esa es LA CULTURA) es no solamente gorila sino también ingenuo y, sobre todas las cosas... etnocéntrico.

bueno, ya que escribí tanto de un tironcito aprovecho y subo el debate a mi blog también.
abrazo!

Debatiendo sobre la cultura, las culturas y el etnocentrismo.

El amigo Cany Soto, de http://www.kuanip.com.ar escribe seguido sobre la cultura en sentido amplio. Hoy mandó una carta abierta interesante, que me disparó la respuesta que posteo después.
Ahí va la carta de Cany:

Escuchaba esta mañana el programa de Néstor Schumacher, porque todos los políticos desfilan haciendo declaraciones y aclaraciones en ese espacio y porque está Santiago Reyes. No me gusta mucho el estilo ramplón y populachero que tiene –o imposta- su conductor, ese estilo tribunero no es de mi agrado.

Uno de los temas que pasaron bajo su análisis crítico y sarcástico del día fue el supuesto fracaso de la Feria del Libro en Río Grande y la desproporción de los costos que implicó respecto de sus resultados.

Se habló allí de 26.000 pesos para el montaje de dos escritorios y unos estantes y se se traslucía un cierto placer en el “fracaso” de la gestión gubernamental.

Creo que es necesario hacer una aclaración que, sin pretender una defensa de algo que no tuve el gusto de presenciar, me permito igual porque los datos del deterioro cultural generalizado no me son ajenos y son objeto de permanente crítica en las páginas de Kuanip.

A nadie escapa que hoy la lectura no es una actividad popular y se encuentra en franca declinación. En los tempranos años 70 en Argentina había un promedio de 4,5 libros leídos por habitante por año. Al finalizar el proceso esa cifra había descendido a menos de lamitad, y tras los oficios de Menem y Marcelo Tinelli, hemos conseguido descender a menos de un libro anual por persona. Un argentino promedio en 1975 manejaba alrededor de 3.000 vocablos y en la actualidad se las arregla con 700 (200 según algunos lingüistas más crueles), convengamos que tal contingencia favorece notablemente el desempeño profesional de ciertos comunicadores semieducados.

Revertir esto no es una tarea fácil ya que no a todos les entusiasma la idea; y todo lo que pueda hacer el estado en ese sentido debe ser celebrado, aunque no lo haga del todo bien.

El desmérito de las actividades intelectuales abarca a casi todos los ámbitos sociales, al igual que todas aquellas manifestaciones artísticas que no estén ligadas a la sensualidad o lo físico. No es casual que hoy el campo expresivo más frecuentado sea el de las danzas y las músicas, y si son tropicales, mejor. Ah!... y ¡aguante el fútbol!

No sé si el locutor con apellido de corredor de autos lea o no, pero lo cierto es que su popularidad se asienta conscientemente en la ostentación -o impostación- de su distanciamiento con el libro, hacerse el mundano es una modalidad que garantiza popularidad en las capas menos ilustradas de la sociedad y que los demagogos explotan con malicia; y serlo, además, no representa esfuerzo alguno.

De modo que instamos al conductor a que tome una posición honesta respecto a lo que está cuestionando, o sigue expresando su indiferencia a la ilustración y no se mete con estos temas, o agarra lo libro, agarra. No se puede cobrar en las dos cajas.

Cany Soto