La muerte de Kirchner fue la ocasión ideal para que los opinólogos de siempre volvieran a la carga para pedir “consenso” y “diálogo”, para declamar que es el momento de aflojar con la confrontación, que el país necesita que los políticos se pongan de acuerdo en “tres o cuatro políticas de Estado”, etc.
Lo cierto es que esos eufemismos, repetidos hasta el hartazgo no sólo por periodistas sino por diputados, senadores y demás personas que no tienen responsabilidad de gobierno, son absolutamente perversos e hipócritas.
No hay que ser demasiado avispados para advertir que los que claman por diálogo y piden menos confrontación son aquellos a quienes podríamos encasillar ampliamente dentro de la “derecha”, o más precisamente los que quieren que las cosas no cambien, los conservadores. Las cosas, tal y como están dadas desde siempre, y aún con los innumerables matices que hubo a lo largo de la historia, consisten en favorecer los intereses ECONÓMICOS de los poderosos.
Y no es que los Kirchner hayan sido revolucionarios ni mucho menos. Leo en la genial Revista Barcelona que “durante el gobierno de los Kirchner no hubo reforma agraria, ni redistribución de la riqueza, ni democracia sindical, ni se suspendió el pago de la deuda ilegítima”, pero si tomamos en cuenta que en 2003 Carrió y Felipe Solá eran progresistas, es innegable que este gobierno quedó a la izquierda de gran parte del mapa político. ¿Por qué? Sencillamente porque tocó algunos (pocos) intereses de los poderes económicos, que desde siempre son los que gobiernan por intermedio de una clase política genuflexa. Mientras iban contra ciertos grupos de poder, favorecían a otros (algunas petroleras, las compañías telefónicas, varios capitalistas amigos).
Y a uno, que es de izquierda, estas cosas lo hacen pensar. Si con tan poco (o tanto) esta gente hizo tanto quilombo, si con estas medidas les alcanzó para ponerse en contra a lo peor de la política, el periodismo y el empresariado… ¡que lejos tenemos todavía un cambio profundo, una transformación radical!
En fin, la política es conflicto, y en última instancia lucha. La verdad es que quienes nos consideramos progresistas no tenemos nada que dialogar con los Macri, Carrió, Bullrich, Magnetto, Herrera de Noble, Morales Solá, Grondona o Mitre. Ellos tienen mucho poder y no me imagino como sería una negociación o diálogo, ¿qué consenso quieren?
El grito desesperado de quienes se sienten desplazados clamando por menos confrontación es una pose hipócrita. Incluso desde dentro del gobierno, ahora muchos invitan al consenso con lo peor del peronismo, invitan a los que se habían bajado a subirse nuevamente al barco. Lo cierto es que los que hacen política para que nada cambie, la seguirán haciendo desde dentro o desde fuera. Mientras sean minoría dentro del kirchnerismo, ellos acompañaran a regañadientes e irán construyendo sus espacios de poder, pero cuando los Scioli o De la Sota sean más que los Mariotto o los D`Elía, volveremos a retroceder en la historia.
Si eso pasa, si la derecha vuelve a tener el poder, irán contra todas las conquistas: le darán a Clarín todo lo que pide, gobernarán para los bancos y los empresarios y en contra de los trabajadores, derogarán la ley de medios y volverán a privatizar las jubilaciones, reprimirán con palos y balas cada protesta o reclamo, dirán que la asignación universal por hijo es asistencialismo populista, y que no es necesaria. En síntesis, habrá vuelto el clima de “diálogo y consenso”, ya no habrá clima crispación… Grondona y Morales Solá estarán satiscfechos.
Viva Perón! Viva el IAPI! Hasta la victoria siempre!
ResponderEliminar