Esta mañana, en un accidente en la ruta 3, murió José Martínez, el senador, el compañero. Todavía no logro dimensionar el tamaño de esta pérdida. Se fue un tipo común pero muy especial, un político enorme. Somos muchos los que lo lloramos, en cada una de las caras que vi y en las de los compañeros que imagino allá en Tierra del Fuego, hay ahora un dolor profundo, ese que se siente cuando las pérdidas son irreparables. No conozco nadie que no haya querido a José Martínez, desde sus compañeros hasta sus adversarios políticos.
Conocía a José por su accionar político y lo respetaba, pero fue en esta última campaña electoral cuando pude compartir con él varios momentos, algunas charlas, escucharlo largamente y tratar de aprender un poco. José no tenía un discurso demasiado fluido, no era un gran orador pero sabía de lo que hablaba. Estaba lleno de sueños y proyectos para la provincia, y esta no es una frase hecha. Hablaba de futuro, sabía lo que Tierra del Fuego necesitaba y lo explicaba con mucha generosidad y con pasión. Esa misma generosidad que tuvo para ponerse al servicio de su partido, que lo necesitaba como candidato aún sabiendo que por diferentes motivos el resultado iba a ser magro. Él no se refugió en la comodidad del Senado, sino que muy por el contrario se fue a la Provincia, se expuso y fue un extraordinario candidato a gobernador, aún a pesar de los pocos votos que sacamos. Cuando mi novia, que no lo conocía, vio su foto por primera vez me dijo "que cara de buen tipo tiene"; no se equivocaba.
Cuando alguien le preguntaba por algún problema concreto, José comenzaba su respuesta “a ver…”. Eso significaba que iba a retrotraerse unos cuantos años hacia atrás, para explicar las causas y los actores que habían generado la circunstancia concreta. Verlo a veces embarullarse en las respuestas, tratando de decir todo en poco tiempo, me generaba aparte de admiración, una enorme ternura. Me daban ganas de darle un abrazo, a ese gordito que sentía tanta pasión por lo que hacía. Por suerte, la última vez que lo vi, mi vieja se lo dijo: “Manuel cuando te ve hablando dice que dan ganas de abrazarte”.
José era una de esas personas de las que nadie habla mal, su conducta fue absolutamente irreprochable en un ámbito en el que los intachables no abundan. Una anécdota muy linda lo pinta de cuerpo entero: un altísimo funcionario del gobierno nacional, con el que José en su rol de senador tenía un contacto permanente, le dijo un día a un tercero: “este Martínez es un hincha pelotas, siempre pidiendo cosas, siempre llamando, pero yo lo quiero porque jamás me pidió nada para él, todo para su provincia”.
Luchó durante muchos años por el fideicomiso austral, sueño que pudo ver concretado. Tenía una visión política integral, soñaba con una provincia y un país productivos, pero fundamentalmente pensaba en los laburantes, en los humildes. Fue el autor del proyecto que creó la Universidad de Tierra del Fuego, y junto con su compañera de militancia María Rosa trabajaron también el proyecto de cruce por aguas argentinas y extensión de la ruta 40. Cuando en campaña le decíamos que “chapeara” con esos logros, él respondía que le daba vergüenza, que era parte de su trabajo. José era una persona profunda y genuinamente humilde, doy fe de eso.
Sus compañeros de toda la vida lo van a recordar seguramente con su pizarrón, con su maletín lleno de planillas, planos y mapas. Siempre dispuesto a explicar un tema impositivo, energético o técnico tomándose todo el tiempo que fuera necesario.
Todos recordaremos a una persona generosa, cálida, campechana. A un político extraordinario que tenía a sus 48 años un gran futuro por delante.
La muerte nos tomó de sorpresa, y entre la profunda tristeza que sentimos se entremezcla una sensación rara, como un autoreproche por no haber escrito estas líneas ayer, y que José se enterara todo lo que lo admiramos y queremos.
se me puso la piel de gallina Manu con el "no haber escrito estas lineas ayer".
ResponderEliminarVos sabes que no se, pero si siento lo que paso y es triste.
abrazo!
Me encanto lo que escribiste Manu, lo pintas tal cual. Ninguno de nosotros va a olvidar sus clases de maestro ciruela en el despacho. La verdad es que era un buen tipo y por eso duele e impacta tanto lo que le paso. Te mando un beso y un abrazo.
ResponderEliminarKari
qué bien definido Manuel. No te conozco pero hago mías tus palabras. Gracias
ResponderEliminarMe puso mal lo que escribiste, no por estar mal escrito sino por todo lo contrario. Milité con él y nunca tuvimos mucho feeling para ser sincero y en esta última contienda electoral estuvimos en bandos opuestos. Lo reconozco como un tipo apasionado por la política y eso hizo que más allá de las diferencias lo respete profundamente como persona. Me vino a la cabeza como a la salida del último debate por canal 11, algún iluminado arengó a los pibes de la juventud del psp para que le gritaran traidor. Espero que hoy lo lamenten. Nadie se merece una falta de respeto semejante y menos quien mantuvo intacto sus ideales. No teníamos feelingo pero te recuerdo José como un buen tipo. Ojalá estés en un lugar mejor. Abzo
ResponderEliminargracias.
ResponderEliminarde 3 de los 4 comentarios no sé quién los dejó. Pero les mando un abrazo.
a Kari, ya te saludaré personalmente...
hijito mío!! me conmueve que podamos sentir tan lo mismo, te quiero mucho y te agradezco que escribieras, sé que los compañeros y la familia se sentirán reconfortados con que gente joven como vos, pueda sentir ese afecto y ese respeto, por nuestro amigazo.
ResponderEliminarNo te conozco Manuel, pero quiero decirte que soy adversario político de José, lo que no me impide reconocer en su trayectoria, coherencia y Patiotismo. Te felicito por tu despedida, te muestra claramente como persona y subraya las mejores virtudes de un buen dirigente como lo fue José. Un abrazo y te acompaño a vos a sus afectos en tan triste sentimiento.
ResponderEliminarAlejandro Bertotto
capice21@hotmail.com.ar
Y si Manuel, Josè fue todo eso y mucho màs, segun quièn lo recuerde. Para mi fue un gran amigo, un compañero, un referente, alguien que soportò estoicamente mis estallidos impulsivos y viscerales, porque no se fijaba en la forma sinò en el contenido, alguien que respetò mis años porque fueron vividos. Alguien a quien nunca olvidaremos como no olvidamos a tantos que se fueron porque asi es la vida, sin olvidar,seguimos.
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