martes, 28 de septiembre de 2010

Debatiendo sobre la cultura, las culturas y el etnocentrismo.

El amigo Cany Soto, de http://www.kuanip.com.ar escribe seguido sobre la cultura en sentido amplio. Hoy mandó una carta abierta interesante, que me disparó la respuesta que posteo después.
Ahí va la carta de Cany:

Escuchaba esta mañana el programa de Néstor Schumacher, porque todos los políticos desfilan haciendo declaraciones y aclaraciones en ese espacio y porque está Santiago Reyes. No me gusta mucho el estilo ramplón y populachero que tiene –o imposta- su conductor, ese estilo tribunero no es de mi agrado.

Uno de los temas que pasaron bajo su análisis crítico y sarcástico del día fue el supuesto fracaso de la Feria del Libro en Río Grande y la desproporción de los costos que implicó respecto de sus resultados.

Se habló allí de 26.000 pesos para el montaje de dos escritorios y unos estantes y se se traslucía un cierto placer en el “fracaso” de la gestión gubernamental.

Creo que es necesario hacer una aclaración que, sin pretender una defensa de algo que no tuve el gusto de presenciar, me permito igual porque los datos del deterioro cultural generalizado no me son ajenos y son objeto de permanente crítica en las páginas de Kuanip.

A nadie escapa que hoy la lectura no es una actividad popular y se encuentra en franca declinación. En los tempranos años 70 en Argentina había un promedio de 4,5 libros leídos por habitante por año. Al finalizar el proceso esa cifra había descendido a menos de lamitad, y tras los oficios de Menem y Marcelo Tinelli, hemos conseguido descender a menos de un libro anual por persona. Un argentino promedio en 1975 manejaba alrededor de 3.000 vocablos y en la actualidad se las arregla con 700 (200 según algunos lingüistas más crueles), convengamos que tal contingencia favorece notablemente el desempeño profesional de ciertos comunicadores semieducados.

Revertir esto no es una tarea fácil ya que no a todos les entusiasma la idea; y todo lo que pueda hacer el estado en ese sentido debe ser celebrado, aunque no lo haga del todo bien.

El desmérito de las actividades intelectuales abarca a casi todos los ámbitos sociales, al igual que todas aquellas manifestaciones artísticas que no estén ligadas a la sensualidad o lo físico. No es casual que hoy el campo expresivo más frecuentado sea el de las danzas y las músicas, y si son tropicales, mejor. Ah!... y ¡aguante el fútbol!

No sé si el locutor con apellido de corredor de autos lea o no, pero lo cierto es que su popularidad se asienta conscientemente en la ostentación -o impostación- de su distanciamiento con el libro, hacerse el mundano es una modalidad que garantiza popularidad en las capas menos ilustradas de la sociedad y que los demagogos explotan con malicia; y serlo, además, no representa esfuerzo alguno.

De modo que instamos al conductor a que tome una posición honesta respecto a lo que está cuestionando, o sigue expresando su indiferencia a la ilustración y no se mete con estos temas, o agarra lo libro, agarra. No se puede cobrar en las dos cajas.

Cany Soto

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